martes, 17 de marzo de 2020
ACOMPAÑANDO UNA PATALETA
Entre los 18 meses y 4-6 años es frecuente, normal y esperable que los niños(as) reaccionen con rabietas o pataletas frente a situaciones que les provocan rabia o frustración. A pesar de que esto suele ser muy estresante para los adultos, es una etapa muy importante para el desarrollo de los niños(as), a través de la cual van aprendiendo a identificar estas emociones y conocer las mejores maneras para expresarlas.
Los niños/as no generan pataletas con intenciones de dañar o molestar a los adultos sino que son parte de su proceso de desarrollo y adaptación. Las pataletas pueden iniciarse por diferentes razones: frustración cuando algo no les resulta, sentirse no escuchados o incomprendidos, expresión de algún malestar, entre otros...
¿Se pueden evitar las pataletas?
Es normal que cualquier persona sienta enojo o frustración cuando algo no resulta (¡nos ocurre también a los adultos!). En estas edades los niños(as) se enfrentan muchas veces al día a estas sensaciones porque:
– Aún están aprendiendo a usar los objetos a su alrededor.
– Dependen de los adultos para la mayoría de las cosas.
– Quieren hacer algo y no pueden o no los dejamos hacerlo
Además, los niños(as) no tienen las mismas herramientas que los adultos para comunicar lo que sienten, necesitan y piensan. Las rabietas son una forma de comunicación y por lo tanto, al ponerte en su lugar de tu hijo(a), tratar de comprender su reacción y ayudarlo(a) a entender lo que le pasa, aprenderá gradualmente otras maneras de expresarse.
Por eso NO es posible evitar la aparición de todas las pataletas y no debemos sentirnos culpables por eso. Se trata de la manifestación de emociones que los niños/as todavía no manejan de otra manera y nuestro papel es acompañarlo y ayudarlos/as en esa tarea.
Ten paciencia, las pataletas poco a poco irán disminuyendo su intensidad y frecuencia hasta casi desaparecer entre los 4 y 6 años.
¿Cómo actuar ante una pataleta?
Como adultos, queremos una pócima mágica que tranquilice a los niños durante sus rabietas. Creemos que si no logramos calmarlos rápido estamos haciendo algo mal, nos faltan estrategias, o mano dura. La realidad es que no hemos entendido nuestra tarea a la hora de hacer frente a la pataleta: nuestra tarea no es calmar, nuestra tarea es acompañar. Así es, la pataleta no se calma, se acompaña.
Cuando tu objetivo es calmar a tu hijo, harás una y mil cosas para que PARE DE SENTIR. Lo distraerás, lo regañarás, lo sobornarás con algo, lo ignorarás. Buscarás controlar la conducta porque tu meta final es que sencillamente deje de hacer lo que está haciendo (llorar desconsoladamente, dar patadas al suelo, gritar a todo pulmón). Si tu objetivo es que se calme, estarás invalidando su experiencia y tratando se controlarlo.
Por otro lado, cuando acompañamos la pataleta no tenemos un resultado que alcanzar, no hay otra tarea sino estar presente, ser empático, y ayudarlo a experimentar el malestar que tiene. Por otro lado, la pataleta dura lo que tenga que durar… ¡Así es! No hay pataleta demasiado larga, hay solo un niño tomándose el tiempo que necesita para expresar su malestar.
¿Y mientras vive su pataleta entonces no hacemos nada? Claro que sí: mientras ocurre la pataleta, respiras profundo, y te recuerdas a ti mismo que tu tarea no es que pare, sino permitirle sentir y expresar todo lo que está surgiendo. Entonces, usando el mínimo de palabras posibles vas a:
1. Validar su experiencia (“Lo sé, puedo entenderlo, tú querías jugar mas tiempo en el parque pero es hora de irnos”).
2. Nombrar la emoción: (Noto que estás frustrado)
3. Establecer contacto físico si el niño lo permite (lo abrazas, lo cargas, le sobas la espalda).
En suma, tu objetivo no es que tu hijo este tranquilo las 24 horas del día (¿Cómo va a madurar su sistema nervioso?). Tu tarea no es que tu hijo te complazca en todo (¿Cómo va a formar su carácter y poder personal?). Tu tarea no es que tu hijo siempre reaccione de manera controlada (¿Cómo va a aprender a lidiar con la frustración?). No buscamos rescatarlos de las emociones, evitando la pataleta a toda costa. Tampoco buscamos reprimir sus sentimientos, regañándolo por el simple hecho de ser un niño saludable y en proceso de desarrollo.
Lo que te estoy diciendo es sencillo: las pataletas son naturales y saludables. Por tanto, cuando aparezcan olvídate de tener que controlarlas, olvídate de cómo hacer para que pare, olvídate de querer que pasen rápido. Ábrete a la experiencia, y repítete: mi tarea es acompañarlo, no calmarlo.
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